Tras las clases [Privado - Ryohei]

El timbre sonó anunciando el final de la jornadas de clase. Para el peliplata era por fin la libertad que tanto necesitaba ya que él, al ser un genio,las necesitaba. No por que lo dijese él, todos sabían que lo era, incluso los profesores se sorprendian con sus respuestas cuando no pretaba atención en clase.
Una sonrisa triunfante apareció en sus labios, aquella tarde había planeado ir a entrenar para perfeccionar sus técnicas a la hora de pelear contra otras familias que se interponían con el Décimo.

Recogio sus cosas rápidamente y salió de la clase en dirección a la salida, aun sonriendo mientras pensaba en lo que haría aquella tarde

Por fin habían terminado por el día de hoy las clases en la escuela, aburridas, como siempre, ya qu emuchas de las cosas no las comprendía, pero tampoco le importaba mucho. Ese día, en el fondo, no había estado del todo mal, pues les había tocado educación física a primera hora y el profesor, para calentar, les había mandado correr la mitad de la hora. Pamplinas, eso no era nada, todos los de su clase eran unos flojos!
Por el resto, pocas cosas interesantes habían sucedido a lo largo de esas seis dichosas horas, así que, tras sonar el timbre, se dirigió rápidamente hacia la salida para poder regresar cuanto antes a casa y así poder entrenar, como todas las tardes, corriendo por la ciudad y con su saco de boxeo.
Al salir por las puertas del instituto, pudo ver, casi de refilón, la silueta de una persona que le resultaba terriblemente conocida, por lo que corrió hacia allí y se puso frente a él.

-¡Ah, takoreto, eres tú!.-Dijo alegremente.-¿Ya te vas a casa tú también?

Al oir la voz del mayor de los guardianes Vongola, la sonrisa del rostro de Gokudera desapareció por completo, haciendo que se volviese una mueca de desagrado. Mentalmente se decía que preferiría haberse topado con un millar de enemigos antes incluso que encontrarse con el cabeza de cesped.
Se volvió un poco para verle, y ver, que como él, el mayor también se iba a casa, seguramente a entrenar boxeo, como siempre.

- Hola, cabeza de césped... - murmuró medio gruñendo de mala gana, dejando ver el desagrado que le producía este. - Sí, ya voy a casa, esta tarde tengo muchas cosas que hacer. - dijo volviendose de nuevo y comenzando a andar, con la esperanza de que le dejase en paz.
Al guardián de la tormenta, realmente le molestaba la presencia de todos los demás guardianes, algunos más otros menos, pero todo les molestaba.

Su compañero le miraba como todos los días, así que no era nada fuera de lo normal verle así, ya que para él, era imposible leer entre líneas o captar indirectas. Al ver que comenzaba a andar nuevamente, le imitó, poniendose a su lado rápidamente con las manos detrás, apoyadas en la nuca mientras caminaba al paso del guardián de la tormenta.

-Hoy hace un día perfecto para ir a entrenar, ¿verdad?.-Preguntó casi retóricamente.-Esto me anima todavía más para ir después a correr durante un buen rato.-Le dijo, dándole una fuerte palmada en la espalda mientras sonreía, siendo esto para él lo más normal del mundo mientras continuaba caminando a su lado.
-Y por cierto, deberías cambiar esa cara, si Sawada te viera así, pensaría que te ocurre algo malo, ¿no crees, cabeza pulpo?

Se adelantó un poco para poder girarse y caminar marcha atrás, quedando de esta forma frente a su acompañante, sonriendo nuevamente.

No quería que le siguese, y mucho menos que le acompañase y encima, le diese charla, ¿Es qué era tan idiota que no captaba la indirecta de que no quería estar con él?
Mientras hablaba, le ignoraba, se había acostumbrado a ello y por lo general le daba resultado, pero parecia que al mayor no le importaba lo más minimo que el guardián de la tormenta le ignorase, él continuaba su charlita.

Entonces es cuando le golpeo en la espalda, haciendo que gruñese aun más molesto. Estuvo a punto de gritarle allí en medio, pero en ese mismo instante nombró al décimo, por lo que se calmó, aparentemente, y continuó su camino junto al mayor.

- No pensaría nada, porque si el Décimo apareciese, le sonreiria, no como a ti. - eso último lo dijo con cierto rintintin, como enfatizando que lemolestaba.
- Y camina hacía adelante, te puedes caer así. - añadió, aunque no le importaba mucho que se hiciese daño.

Lo cierto era que en cierta parte tenía razón. La única persona con la que su acompañante parecía medianamente de buen humor si no era que Sawada, 'qué extraño', pensó al tiempo que cerraba los ojos por un momento y se giraba, volviendo a caminar hacia delante, podía ser peligroso ir hacia atrás durante demasiado tiempo. A pesar de todo, no le importaba demasiado, le tenía que acompañar hasta la mitad del camino, momento en que cada uno se dirigiría hacia su respectiva casa.

-Oye, takoreto, ¿Y por qué le sonríes y le haces tanto caso a Sawada y con el resto eres un borde? Porque con Yamamoto estás igual.-Le preguntó con los ojos medio cerrados y con toda la naturalidad del mundo.-Ni que fueras su sirvienta, su novio o algo por el estilo.-Añadió mientras ponía morritos y se rascaba la cabeza, eso sería muy extraño y prácticamente imposible.

Se adelantó un poco porque, a pesar de lo qe todos digan, sabía que esa pregunta no le iba a gustar demasiado y tampoco es que quisiera recibir gratis algún tipo de insulto o de represalia por parte del peliplateado.

Al oir lo que dijo el mayor se sonrojó hasta las orejas y apretó los puños muerto de vergüenza por lo que había dicho, ¿Qué demonios estaba pensando aquel enfermo? Al ver como se adelantaba un poco le persiguió dispuesto a darle una buena paliza por lo que dijo.

- ¿¡Qué estas insinuando!? - medio gritaba corriendo detrás del guardián del sol con un puño en alto. - Yo solo trato al décimo como se merece, para algo es nuestro jefe, ¡Solo eso! ¡Enfermo! -

Ni por asomo se le habría ocurrido pensar en el Décimo como si fuese su novio, simplemente lo trataba bien para ganarse su confianza, aunque ahora que lo pensaba en caliente y sobre la marcha, muchas de sus acciones podían ser interpretadas de otra forma, pero esas no eran sus intenciones ni mucho menos.
Aunque a fin de cuentas no le hacía ascos a chicos ni a chicas, pero con Tsuna no podía pensar en eso, ¡Nunca!.

Seguía corriendo tras el mayor con su cara de enfado y el puño en alto, gritandole que se parase para darle su merecido por lo que acababa de comentar.

¿Tal vez hubiera dado en el clavo? Rápidamente al oir lo que había dicho, pudo ver cómo la cara de su compañero pasaba de estar de un color normal a un rojo tomate y se ponía un tanto alterado empezando a gritarle cosas, que, por supuesto, eran malsonantes, pero que no escuchaba pues iba felizmente con las manos detrás de la nuca y andando sin escuchar demasiado, simplemente pensando en lo que haría esa tarde.

-Vale, vale, tratas normal a Sawada, aunque con lo fuerte que es, no me extraña que le idolatraras, no sería de extrañar.-Dijo mientras asentía varias veces con la cabeza.-Yo aún sigo esperando a que se una al club de boxeo. ¡¡Ya verás algún dia lo conseguiré y volveremos a pelear al extremo!!.

En ese momento, se quedó en medio del camino con un puño levantando mientras reía sonoramente, imaginándose la 'futura' pelea entre ambos susodichos.

-Vendrías a vernos, ¿no cabeza pulpo?

- No, no ire. - dijo en tono seco. Ya se había calmado un poco, pero aun seguía ciertamente picado por lo que le había dicho.
¿Encima querría que fuese a una pelea que nunca se llevaría acabo?

- No seas iluso, cabeza de cesped, el Décimo nunca pelearia contigo, porque es obvio que podría machacarte con los ojos cerrados. - dijo totalmente seguro de sus palabras, creia ciegamente en que Tsuna sería capaz de darle una paliza a aquel idiota.

Le agarro del brazo para que continuasen andando, no quería perder más el tiempo con tonterías vanales de peleas con boxeadores.

- Deberías de dejar de pensar en el boxeo, y dedicarte más a estudiar, he oido que no te va muy bien - comentó algo molestó, Gokudera tampoco quería que en la familia Vongola y menos entre los guardianes hubiese más ineptos, con tener a Yamamoto sobraba.

Le miraba fijamente a la vez que caminaba a su lado, mira que era seco cuando y con los que quería, aunque siempre era lo mismo, así que todos ya estaban acostumbrados.

-¿Y por qué no irías? Sería el combate dle siglo, Sawada es bueno y yo soy el jefe del club, algo así no se vería todos los días, takoreto!.-Dijo con el ceño fruncido, ya que no entendía como no podía creer que sería algo realmente espectacular y emocionante.-Además, Sawada seguro que acepta, ya peleó una vez contra mí, y me venció, es cierto, pero esta vez será distinto, desde entonces entreno mucho mas tiempo al día y con mayor perseverancia!.

Mientras decía esto, pudo ver como su compañero le agarraba del brazo, tirando de él para que no se parara demasiado en el camino soñando despierto con dicho combate, pero a pesar de ello, se dejó llevar, a lo mejor así se le quitaba un poco el humor de perros que traía ese día.

-¿Y has dicho dejar el boxeo? ¿¡Estás loco!? ¡Nunca lo djare, NUNCA!.-Ese comentario sólo consiguio que esta vez fuera él quien se enfadara con el otro, vale que sus notas no eran excepcionales ni nada por el estilo, pero el caso es que lo iba sacando, aunque a veces fuera por lo pelos. Trás esto, se soltó de un tirón del agarre del guardián de la tormenta y, molesto, se quedó allí parado, con los brazos cruzados.