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Agradable Sorpresa, Hermano

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Mensaje  Invitado Jue Sep 02, 2010 2:26 pm

(TYL)

¿Porqué estaba caminando hacía allí? Después de comer había salido del castillo y ahora se encontraba caminando hacia su antiguo hogar cual había abandonado cuando tenía apenas ocho años tras asesinar a toda su familia. Los pasos del príncipe eran rápidos, de alguna manera quería ver como había quedado la mansión donde estaban todos los recuerdos... todos relacionados con su hermano gemelo también asesinado por él. Odiaba esa mansión por eso, porque le traía demasiadas cosas que pensar y muchos sentimientos que tampoco quería sentir, un príncipe asesino como él no necesitaba familia alguna ¿Para qué? si igualmente, sus padres siempre habían preferido a Rasiel, simplemente por el maldito hecho de que su gemelo había nacido quince minutos antes que él, ya era el mayor... no entendía tampoco como podía haber dado tanto ego al mayor desde siempre... por lo menos Belphegor lo recordaba así. Siempre se habían odiado, su gemelo y él, cada día eran peleas distintas y demasiado brutas, pero a la vez el príncipe había pasado toda su infancia con él y después de todo tenía algunos recuerdos ''bonitos'' del otro, después de todo, era quien mejor lo conocía y compartían casi los mismos gustos.

Agitó la cabeza, queriendo sacar esos pensamientos de ella, le hacían sentir tan odiosamente como un humano. Caminaba casi sin fijarse en su alrededor, sabía que no se iba a perder, tenía demasiada buena memoria para recordar donde estaba la mansión ¿La habrían derrumbado? Supuestamente allí no tiene que vivir nadie, ¿o la habrían comprado? quizás una familia rica, bueno, quería ir allí a ver como estaba su antiguo hogar. No le faltaría ni cinco minutos para llegar, todo se le empezaba a ser familiar y miles de imágenes pasaban por su cabeza, recuerdos como Rasiel y él corriendo por ese mismo camino, de noche, a veces se escapaban de la mansión para poder divertirse fuera. No faltaba mucho para llegar, de repente un miedo le entro ¿que haría con toda la masa de recuerdos que le iban a venir tras ver su antiguo hogar? bueno, un príncipe no puede perder así que ahora no se echaría atrás, nunca huiría de nuevo. Alzó la vista, pudo ver una mansión al final del camino, obvio que era la suya. Suspiró y empezó a correr, acercándose más y más hasta que estuvo en frente. Se sorprendió ya que se la esperaba llena de polvo, o destruida, pero no, parecía más brillante que nunca y los jardines estaban cuidados... ¿alguien viviría allí? le repugnaba la idea de que unos plebeyos hubieran ocupado la casa. El príncipe saltó las rejas de la mansión y se acercó a la gran puerta mirando todo con los ojos bien abiertos ¿Pero que demonios era esto? Alzó una mano para picar a la puerta, pero la volvió a bajar, simplemente no se atrevía así que se quedó mirando como un idiota la gran puerta... nada había cambiado, estaba exactamente igual.

Bufó y dio media vuelta, después de todo no se atrevía a entrar, tenía un mal presentimiento y no le apetecía llevarse una mala sorpresa, prefería seguir pensando que estaba abandonada. Eso sí, antes de irse empezó a pasearse por los jardines, tampoco habían cambiado casi nada, algunas cosas sí claro, pero podía recordar algunos momentos de su infancia. Por ejemplo en el jardín él y su hermano jugaban a lanzarse piedras... bueno, jugaban no, intentaban matarse más bien.

-Ushishishi~...- reía acariciando una flor del jardín con delicadeza y después arrancándola, mirándola con detenimiento.

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Mensaje  Invitado Jue Sep 02, 2010 5:25 pm

Dieciocho años. Dieciocho años habían pasado desde su hermano se había ido de casa. Aunque ese era el hecho más irrelevante de tantos acontecidos, pudiéndose considerar que hace dieciocho años había sido cuando su hermano le había asesinado a él, y luego al resto de su familia; inconscientes como siempre, peleas como aquellas se sucedían continuamente: empezaban con una provocación y terminaban armados hasta los dientes tratando de derribar al contrario... para siempre. Nadie hubiera imaginado, al menos ninguno de los dos, que esa en concreto terminaría en tragedia. Aunque tampoco era algo que no se viera venir, en esa casa siempre se habían escuchado amenazas de muerte, que no tenían nunca nada de broma. Finalmente uno de los dos hermanos había logrado su cometido, había ganado el juego, luego se había cargado al resto de humanos innecesarios y se había largado de allí.

Pero, ah, no había tenido tanta suerte como había pensado. ¿Acaso creía que un rey podía perder frente a un principito del tres al cuarto como él? Lo llevaba claro. Y menos haciendo trampas. Sus peleas podían ser de lo más rastreras, pero ponerle laxantes en la comida había sido pasarse de la raya. Completamente premeditado.

Dieciocho años hacía que vivía en aquella mansión, rodeado de sirvientes. Tratado como lo que siempre fue. Un rey. El auténtico rey. No le faltaban cuidados, ni nada de lo que pudiera querer o necesitar. Y siempre sin tener al principito destronado danzando a su alrededor y molestándole. Aquello, aquello sí que era vida.

Por eso aquel día se llevó una gran sorpresa.

Estaba en su cuarto, sentado en su trono, mientras se deshacían en mimos y cuidados con él. Una doncella le cepillaba con cuidado el cabello, otras dos se encargaban de sus uñas y una última le daba de comer. En el momento en el que acaba de abrir la boca para recibir alimento, otro de sus sirvientes entró. Olgert. Parecía... alterado. Y algo malo debía pasar para que Olgert se preocupara. Aunque nada que no pudiera solucionar él mismo, por supuesto. Rasiel se limitaría a hacer un ademán con la mano y restarle importancia...

- ¿¡Qué!?

Se levantó de golpe de su asiento y se dirigió a grandes zancadas hacia la ventana. Y ahí estaba... no había duda. Podría reconocerlo en cualquier lugar, de cualquier manera, no importaba los años que pasasen. Su hermano estaba allí abajo. Pasó olímpicamente de los sirvientes y bajó las escaleras apresuradamente. Tenía un cúmulo de sentimientos diferentes agalopándose dentro de él, empezando por la sorpresa, terminando por un intenso odio, pasando por la melancolía de recuerdos encontrados. ¿Qué hacía ahí? Trató de serenarse. Era un rey. No podía mostrarse alterado, ni siquiera por eso. Al salir por la puerta principal empezó a caminar silenciosamente, despacio. La hierba del jardín menguaba el ruido de sus pasos. Su hermano no le había visto, ni escuchado. Una oportunidad perfecta para acercarse por detrás a él. ¿Habría venido a sabiendas de que seguía vivo? ¿O no tenía ni idea?

- Vaya, ¿a quién tenemos aquí? - habló con voz tranquila, caminando aún hacia él -. No me gusta que los príncipes cobardes destronados se cuelen en mi jardín.

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Mensaje  Invitado Jue Sep 02, 2010 6:41 pm

Caminaba distraído, había tirado la flor de antes y se había hundido en sus pensamientos, se miró las manos, reviviendo el momento que asesinó a sus propios padres, a la mayoría de sirvientes...y a su hermano, no de la forma más honorífica pero si de la única manera que encontró de matar a su hermano sin problemas. Tras la matanza que ocurrió cuando tan solo tenía ocho años, el deseo por la sangre había aumentado con consideración, volviendo aún más sádico y cruel al príncipe de los Varia. Le daba igual fuese niño o fuese mujer, no distinguía entre género, sangre era sangre y disfrutaba de la sangre de los más débiles, aunque nunca había encontrado otro cuerpo como el de su hermano mayor, ni otra sangre, ni nadie sabía realmente como tratarle para llegar a la verdadera diversión que le gustaba a Belphegor. Pero sus celos y su odio a su gemelo provocaron que lo matara, y sí, había echado de menos toda esa clase de 'juegos' que desde la infancia tuvieron, pero no importaba, no era algo prioritario. Después de ese asesinato conjunto se unió a los Varia sabiendo que si se unía en es escuadrón podría disfrutar de tanta sangre como quisiese.

Resopló, estaba perdiendo el tiempo paseándose por allí, mejor sería volver, debía de dejar de hacer el idiota... ni sabía que buscaba realmente. Dio una patada a una piedra y cuando estuvo dispuesto a girarse para volver tras sus pasos una voz escalofriante hablo, provocando que Bel se diera la vuelta...

Allí estaba, Rasiel

Ningún otro, no existía nadie que se asemejase tanto.

Su hermano gemelo, vivo.


El príncipe se masajeaba las sienes, sonriendo ampliamente pero se notaba que le había puesto nervioso, horriblemente y patéticamente nervioso. Si había alguien en este planeta que conseguía aplastar todo su orgullo hasta humillarle, era Rasiel.-¿Eres el fantasma que mora en esta mansión?- ladeó la cabeza mientras se reía, no podía creer lo que veían sus ojos. Él seguía vivo... ¿¡Por qué!? se había asegurado que estaba muerto, ÉL mismo lo había matado... ¿Por qué demonios estaba allí delante?-Tú estás muerto.- decía secamente aún con la sonrisa dibujada en el rostro.

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Mensaje  Invitado Vie Sep 03, 2010 8:55 am

Sí... lo recordaba. Recordaba su voz, esa sonrisa y esa risa. Y, además, conocía más que de sobras a ese chico para no deducir, sino estar completa y perfectamente seguro de que su simple presencia había servido, no solo para desconcertarle, sino para ponerle realmente nervioso. Aunque era lógico, no es cosa habitual que personas aparentemente asesinadas por uno mismo vayan por ahí apareciéndose de repente después de casi veinte años criando malvas. Pero... los reyes no podían morir, y menos a manos de un príncipe cobarde y rastrero. Ese pensamiento siempre había estado presente en la mente de Rasiel.

No contestó a la pregunta, y se limitó a burlarse de él, hacía muchos años que no ténía la oportunidad de hacerlo y lo había incluso echado de menos.

- Shesheshe - rió en voz alta, casi más por irritarle que por encontrar aquello muy divertido, aunque, precisamente, ese era el caso -. Siempre has sido muy estúpido, pero veo que te vas superando con los años.

El rey dio unos pasos hacia el menor, analizándole. Tenía la misma pinta de plebeyo que siempre había tenido, igual de patético e inferior. Y, hablando de inferior, también era más bajo que él, todavía. Tan solo un poco, pero suficiente como para Siel pudiera apreciarlo y jactarse internamente de ello, hasta en eso siempre sería infinitamente mejor que su hermano.

- ¿Así es cómo se saluda a un hermano después de tanto tiempo, Belphegor? Me decepcionas con esos modales tan plebeyos... ¿acaso es que no me has echado de menos?

Con toda la cara del mundo - a pesar de tener la mitad cubierta por su rubio flequillo, que veía que el otro también había mantenido -, apoyó una mano en el hombro del otro, riéndose de él, en sus narices.

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Mensaje  Invitado Vie Sep 03, 2010 2:07 pm

Esa maldita risa que había estado escuchando durante toda su infancia y que en algún momento cuando era pequeño le había conseguido increíblemente animar. Le atravesaría la garganta ahora mismo si no fuera por el estado de shock del príncipe que no sabía como demonios reaccionar. Los comentarios degradantes de Rasiel parecían no haber cambiado con el transcurso de los años, y seguro que disfrutaba viendo como se le crispaban los nervios, conocía al otro demasiado bien, seguramente que era la persona que más le conocía, mucho más de lo que querría. Mantenía la sonrisa en todo momento apretando los dientes fuertemente, el odio que sentía hacia su hermano volvía a florecer, despertaba. Si no había conseguido matarlo hace dieciocho años, lo mataría de nuevo y ahora.

-¿Que quieres? ¿Un abrazo?- hablaba con ironía por supuesto y se echó hacia atrás cuando notó la mano ajena posarse en su hombro, intercambió la sonrisa por una mueca de asco considerable.-Te mataré nuevamente, y esta vez me aseguraré que SI te he matado.- introdujo la mano en la chaqueta y extrajo cinco cuchillos y después con la otra otros cinco. No quería más recuerdos, no deseaba volver a tener a su odioso hermano mayor en su vida, y por supuesto no quería sentirse inferior por él.

Siempre había sido Él, siempre, los padres de ambos siempre se fijaban en él, aunque no hiciera nada importante siempre le felicitaban y a Belphegor aunque no lo trataban mal lo dejaban mucho de lado y eso para el menor se convirtió en algo realmente insoportable. Y de nuevo lo tenía en frente suyo, Bel siempre había sido un mero reflejo de él y había quedado muy por debajo de él hasta el punto que su propio gemelo lo llamaba plebeyo. Movió la cabeza hacia los lados, queriendo quitar esos pensamientos de la cabeza y se alejó unos pasos más hacia atrás, al príncipe el cuerpo a cuerpo se le daba mal, y prefería estar lejos. Lanzó los cuchillos hacia arriba manteniendolos arriba gracias a los hilos que tenía en los dedos y empezó a moverlos de forma circular por encima de su cabeza, moviendo los dedos rápidamente.

-Ushishishishi...- reía nervioso, la simple presencia de su gemelo lograba terminar con su paciencia.

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Mensaje  Invitado Dom Sep 05, 2010 9:54 am

Cuchillos, cómo no, el arma típica que soían utilizar de niños para sus "rencillas", casí podía ver de nuevo esa escena grabada a fuego en sus pupilas, cómo, tras una batalla que él iba librando con desventaja por las trampas de su hermano, este lanzaba una nueva ráfaga de cuchillos. Cómo había sido incapaz de esquivarlos y había podido apreciar en primera persona aquella tragedia. Cómo había caía al suelo en un charco de sangre tras fallarle las piernas después de tan letal ataque y había tratado de ponerse en pie con sus últimas fuerzas en vano, antes de perder la inconsciencia. No recordaba nada más hasta que despertó, en una cama, vendado, milagrosamente vivo; toda aquel que habitaba en la mansión había sido asesinado a sangre fría por su gemelo escapado. Pero lo que recordaba con más nitidez era el dolor insoportable de las heridas, casi podía rememorarlo, sentirlo en las cicatrices que habían quedado como recuerdo imborrable de aquel día.

No obstante, esa técnica era nueva. No sabía qué había sido de su hermano, pero podía intuir que había seguido matando en aquel tiempo. Rasiel, por el contrario, había vivido de lujo en su mansión sin dar palo al agua... nunca habría pensado que necesitaría volver a empuñar un cuchillo, y mucho menos contra su hermano. Observó las armas que danzaban alrededor del menor, eso tenía truco, sin duda alguna. Fuera lo que fuera, era suficientemente fino y transparente como para no ser visto, algo que sin duda podría ser cortado con suma facilidad, hilos, quizás. Lo del genio debía de venirles de familia. Sacó un cuchillo, había cogido varios por si acaso, y lo lanzó con extraordinaria puntería, tres de las armas de su hermano cayeron al suelo. Siel sonrió satisfecho por haber descubierto la trampa. Aunque eso era lo lógico, al fin y al cabo era un rey.

- Shesheshe... siempre has sido mediocre, hermanito.

El siguiente cuchillo que lanzó fue directo a su pecho.

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Mensaje  Invitado Vie Sep 10, 2010 3:43 pm

Una mueca de fastidio y asco le cruzó la cara justo cuando los tres cuchillos cayeron al suelo. Odiaba eso, que le adivinara las ideas tan fácilmente... era un problema eso de ser gemelos y que obviamente fueran casi idénticos.-¿Mediocre?.. Tú siempre has sido vulgar atacando.- habló el asesino que destripaba a sus víctimas y disfrutaba de ello, para el rubio matar era un arte y odiaba esa manera tan directa de atacar que estaba mostrando Siel. Se movió hacía un lado para esquivar el cuchillo.-Ushishishi, que efectivo.- bromeó caminando un poco más hacia atrás.

Aquel malnacido, lo odiaba. No podía parar de sonreír, ya notaba en la boca el sabor de la victoria y del extasis, en su mente estaba la escena del primer asesinato de su hermano, y por segunda vez tenía la oportunidad de poder saborearla de nuevo, la sangre azul, ESA sangre azul. Arrojó todos los cuchillos, uno de esos tantos no dio a Siel pero el cable invisible cortante le hirió la mejilla, provocando que una poca sangre saliera de ella. Las pupilas de Bel se dilataron y comenzó a reírse de una manera que parecía ser un demente sin remedio. Inconscientemente se acercó a su hermano, alzando la mano derecha y acariciando la herida manchándose la palma de fluido rojo. Había echado tanto y tanto de menos esa esencia, ese color azul que le volvía ansioso. Quería más.

Sacó un cuchillo de su chaqueta y le hizo un corte pequeño en el cuello, dejando de nuevo que brotara la sangre en ese rasguño, reía como un niño pequeño con dulces. Puso su mano sobre el propio rostro, dejando marcas de sangre.-¿Me has echado de menos?- tenía la cabeza echada hacía atrás aún con la mano en su cara. Lo sorprendente de todo es que no le estaba hablando a Rasiel, le había echo la pregunta al líquido de color rubí. Se lamió la mano y fue como un choque eléctrico, sin duda esa era su sangre favorita... y también su debilidad, por alguna manera decirlo.


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Mensaje  Invitado Dom Sep 12, 2010 10:14 pm

Frunció el ceño ante sus palabras y cómo esquivó su ataque. No importaba. Ese príncipe cobarde y estúpido no podía vencerle; no a él, que era un rey. Siempre estaría por encima de él por ese motivo. Y porque siempre había sido mejor en todos los sentidos. En TODOS, sin excepción... o quizás sí. Bel era más rastrero, más plebeyo, más idiota... sus trucos eran más sucios. Por supuesto, hablamos de los calificativos que le ponía en los momentos de rabietas, como aquel. Porque no era más que otra rabieta... aunque fueran ahora adultos hechos y derechos (o algo así).

Había, eso era cierto, perdido la costumbre de pelear con su hermano, pero eso no fue impedimento alguno para conseguir esquivar los cuchillos que iban hacia él, pero no había contado con la segunda utilidad de los hilos que llevaban atados, y la descubrió cuando pudo notar un escozor en el rostro y la poca sangre que salía escurriéndose por su cara. No obstante, no recibió un segundo ataque, Bel paró en seco y se acercó hacia él.

La situación producida a continuación le hizo mucha gracia. Él, por su parte, no había olvidado el aroma, el sabor, incluso el color especial de esa sangre de su gemelo, pero, al contrario que este, nunca había llegado a tener una verdadera adicción a tan suculento líquido carmesí. Pero, por lo que parecía, a Belphegor le había costado no haber podido saborearla en tanto tiempo. Siempre había sido más débil... y siempre había estado peor de la cabeza, y la escenita lo demostraba.

Sonrió, casi con ternura, ese era el hermano que recordaba, tan fácil de manipular... se sabía capaz de incapacitarlo completamente y embriagarlo con sangre en abundancia para manejarlo a su antojo. El dolor, ese líquido rojo, eran cosas que a ambos le eran sumamente placenteras de ver y sentir, pero siempre había sido algo más acentuado en el menor. Le arrebató el cuchillo y tomó el filo en su mano, apretando, hasta que la palma empezó a sangrar. Soltó el arma y aprovechó ese momento en que Bel había perdido la cabeza para agarrarlo de las muñecas e inmovilizarlo, pegándose a su espalda. La mano fue directa a la cara del príncipe, pintando de sangre sus labios y su rostro en caricias.

- ¿Te gusta, Bel? - susurró a su oído con malicia - ¿Te gusta la sangre de un rey? Apuesto a que en estos años no has podido probar otra igual a la mía... ninguna te excita tanto como esta, ¿no es así?

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Mensaje  Invitado Mar Oct 12, 2010 9:02 pm

No reaccionó cuando Rasiel se movió y lo inmovilizó de esa manera, ni siquiera hizo fuerza ni un intento de escapar o de queja. Simplemente seguía con esa sonrisa sádica y estúpida en su rostro.-Ushishishi...- reía al notar la sangre en su rostro. Para él la sangre de su hermano siempre había sido especial, no solo en el color... claro, el sabor, la textura, la sensación que daba. Para Belphegor esa sangre ardía sobre su piel, él podía diferenciar con tan solo tocar la sangre de su hermano entre mil más. Era una sádica adicción que tenía desde bien pequeño con ese líquido y que lo había empezado Rasiel. Había malgastado muchos años tras el asesinato de su gemelo buscando otra sangre que le produjera el mismo placer y el mismo estado de locura. También había buscado a personas que lograran aguantar los juegos que practicaba con Rasiel, y no había ni uno que durara el primer asalto.

Lamió la sangre de su alrededor con ansiedad y nuevamente necesitaba más, estar tantos años sin su gemelo le había afectado considerablemente a la cabeza.-Juega... juega conmigo.- hablaba entre risas echando la cabeza hacía atrás estremecido por los susurros de su hermano.-v-vamos a jugar...ushishishi~- gimió a causa de que su cuerpo inevitablemente se empezaba a excitar por culpa de la sangre y al sentir a Rasiel tan cerca. Siempre había sentido debilidad por el mayor desde que era un niño, y a causa de esa debilidad también había nacido un intenso odio que de alguna manera nunca le servía de nada. Jamás se había resistido a esos ''juegos inocentes'' que cuando se quedaban solos aprovechaban para hacer, y fueron tan comunes que para ellos no eran extraños, algo que cualquiera habría visto como atrocidad y asqueroso para ellos era algo cotidiano y placentero.

Durante unos segundos le temblaron las piernas, estaba tan extasiado que su cuerpo lo demostraba y como no era capaz de razonar no controlaba esas cosas.-Rasiel..- quería girarse y empezaba a forcejear para tocar a su hermano, no había extrañado únicamente la sangre del otro rubio, también su cuerpo y su olor, realmente había echado de menos todo de él pero no lo iba a admitir, tan pronto no.

Odiaba esa forma que tenía de ir detrás de su gemelo, él era el único que sabía complacer al príncipe y sabía lo que necesitaba en cada momento, había llegado a convertirse en una autentica droga de manera que de una forma u otra siempre acababa recurriendo a él para que hiciera lo que quisiera con su cuerpo.

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