AL FÍN SOLOS! ( priv- Byakuku )

Conducía eufórico, riendo y saltandose semáforos a diestro y siniestro. Quería llegar cuanto antes y comenzar de una buena vez las vacaciones. Miró de reojo de nuevo al menor, que se le había acercado mucho, meloso como solía cuando todo iba como él quería. Caprichoso como él solo, el megalómano Byakuran, ahora su esposo, era mucho más facil de tratar cuando estaba de buen humor y para ello debía tener sus caprichos atendidos debidamente.

- Si, si, NO te preocupes por nada, Amore~ - Soltaba una mano del volante para tomar el mentón ajeno y acercarlo, robandole un beso tan corto como brusco, volviendo su atención de nuevo a la carretera.- Esta vez TODO será perfecto!- Le sonrió ampliamente, sabía lo que quería y lo que quería su cónyugue, y con aquellas caricias lascivas se lo había confirmado. Estaba claro, serían unas vacaciones más bien calentitas.

Al fín se vislumbraba el mar en el horizonte y en menos de 20 minutos alcanzaron el puerto, allí habían muchas embarcaciones y entre ellas un enorme yate, propiedad de la familia del tiburón, por supuesto este era lujoso por dentro y por fuera, estaba totalmente equipado y no le faltaba de nada, además que el mismo Superbi había ido el día anterior para aprovisionarlo bien de comida y bebida. Estarían a cuerpo de rey los dos.- Vrooei!! No es genial?- Le comentaba saliendo del automovil y dando la vuelta para abrir la puerta a su esposo, caballeroso, ofreciendole el brazo para que lo tomase y entrar juntos a la embarcación...era perfecto, en medio del mar, nisiquiera tendrian cobertura ni internet, por lo que nadie ni nada podria molestarlos.

Le dejó a su aire una vez estuvieron dentro, viendole divertido por como se alejaba, mirandolo todo con sus ojos de niño grande, siempre curioso. Suponía que eso era una de las muchas cualidades que le gustaban de él, normalmente parecía tan alegre, despreocupado e infantil, que al mayor se le llegaban a olvidar todos los malestares, como el trabajo o las disputas entre familias...aun siendo Millefiore la rival.

Por suerte, an su adolescencia, aparte de la espada también aprendió algo de navegación, por lo que se dirigió a la sala del timón, donde todo era automatizado, solo tuvo que oprimir botones aquí y allá para que se recogiese el ancla y se marcasen las coordenadas adecuadas para el viaje, todo se haría de modo automático a menos que ocurriese algún accidente u imprevisto, pero Superbi tenía la seguridad de que esta vez todo saldría a pedir d boca. Recorrer toda la costa italiana en un yate de lujo era un sueño para cualquiera, ¿no?

Lo dejó todo preparado y buscó a su esposo por la embarcación, no estaba en la sala comedor, tampoco en el cuarto de baño equipadocon Jacuzzi, y no le había visto subir a cubierta, asi que, solo podía estar en el dormitorio. Llegó a la puerta, apoyandose en el marco y se quedó observandole con una sonrisa de satisfacción, hacía mucho que no la veía tirado en la cama, sin los molestosos crios al rededor.

- Cómodo, ¿verdad?- Se acercó, santandose a su lado y pasando un brazo hacia el costado del otro, dejandole debajo de él. Las largas y plateadas hebras del cabello del tiburón, cayeron caprichosas a los lados, dejandolos a ambos bajo una cortina blanca.- ¿ Hay algo qué desees hacer, amore? -

Respondió a su beso de igual modo, quedandose mirandole luego, estaba claro que ambos se sentían aliviados y en ese momento Superbia miró a un lado, la cama parecía llamarle a gritos para que se tumbase y descansara tras meses de puro agotamiento entre el trabajo y la paternidad. Pero no lo hizo, ha tendrían tiempo más que de sobra para descansar los dos y de paso avivar un poco la chispa de su matrimonio.

- Descuida...esta cosa practicamente navega por si sola. Introduje unas coordenadas para que nos llevas a alta mar y allí echar el ancla por esta noche, ya verás que hermosas se ven las estrellas cuando ninguna otra luz las entorpece.- Le dijo inusualment romántico, volviendo a acercarse a sus labios, pero antes siquiera de que pudiese rozarlos, el irritante tono de mensajes de su teléfono movil se escuchó por toda la estancia, interrumpiendolos, parecía que aún no estaban lo suficientemente alejados.

Gruñendo se incorporó, leyendo el contenido donde un desesperado Lussuria pedía auxilio ante unos niños que habían puesto patas arriba su casa y amenazaban con matarle si no cumplia con sus caprichos. Hastiado el asesino de la cabellera plateada, simplemente respondió al mensaje con un " Imponte, mariquita de mierda." y apagó el teléfono, volviendo a guardarlo. Pero en ese momento quedó un poco pensativo.-...Crees...que estarán bien?- Le miró prepcupado y volvió a sacar el movil, encendiendolo.- Voy, voy a llamar, solo para asegurarme- Y es que, aunque no lo reconociese, despues de haberlos tenido, se había vuelto un padre sobreprotector con sus pequeños monstruos.