Preparen la alfombra roja, el príncipe ha llegado

No tenía ni la más remota idea de que día de la semana era, de que estación estaban o hacia donde se dirigía, estaba sentado en la parte de atrás de un coche lujoso y negro, brillante... ¿Por qué se encontraba allí?, no le habían dejado en paz, estaba totalmente enfadado y molesto con el conductor, apenas hacia dos días que había asesinado a toda, TODA su familia y lo había recogido alegando que una persona importante quería hablar con él, le habían prometido que el tema tenía que ver con sangre y asesinar a mucha gente, así que por eso había aceptado. Aunque no le habían dado el trato que esperaba, se había pasado la mitad del recorrido discutiendo con el conductor sobre que debería tratar mejor a un príncipe. Estaba cubierto de sangre, no había tenido tiempo a limpiarse y por tener ese líquido encima ni siquiera sabía en que mundo vivía, se miraba atontado y con una sonrisa ancha las manos ahora de color rojo. Su cabello rubio estaba intacto al igual que su corona, su ropa extremadamente cara estaba rasgada y también cubierta de sangre, y no llevaba zapatos. Tenía ganas que un criado lo lavara.

El vehículo frenó, y el conductor salió de él, a los pocos segundos le abrieron la puerta al príncipe Belphegor pero este se negó en salir.-¡¿Donde está la alfombra roja!?- gritaba en un berrinche cuando vio que al salir no había nada. El conductor agotado de aguantar a terrible ser lo agarró como pudo y lo sacó del vehículo con cuidado que este no le mordiera en un despiste.-¡¿Como te atreves a tocar a un príncipe!?- exclamaba histérico forcejeando contra el hombre. Por fin, pudo llevarlo a la entrada del castillo y picó al timbre. Belphegor tenía curiosidad porque querrían de él, le habían prometido víctimas, y las esperaba ansiosamente.

No sabía que demonios querían de él... era un niño de tan solo ocho casi nueve años, cubierto de sangre, el comienzo de un asesino con grandes niveles de locura. Ah, no olvidemos el complejo de príncipe.